Rosa Peñasco
¡Hola! Mi nombre es Rosa Peñasco y soy escritora. Me gustan tanto los juegos de palabras que me siento como una especie de ludópata gramatical y hasta he inventado el vocablo «Palabrarista» para definir una de mis grandes pasiones: hacer malabares con las palabras…
He publicado novelas, ensayos, poesías, biografías, relatos, cuentos, epigramas y un maremágnum de letras que bailan libres, en la pista de diversos géneros literarios. Sin embargo, en estas líneas no voy a hablarte de mis libros y sí sobre mí, con la paradoja de que hablar sobre mí es otra forma de hablarte de mis libros.
En estos momentos me surge una duda absurda:
«¿Los escritores sudamos tinta?»
(Rosa Peñasco)
Supongo que me lo pregunto porque estoy a punto de hacerlo, ya que es muy difícil escribir sobre un@ mism@: ¡haz la prueba y verás!
Aun así, ¡allá voy!
¡Con Ñ!
Recuerda: ¡Rosa PeÑasco!, pero con una buena Ñ, que no veas la lata que me está dando la letra del sombrero a la hora de crear esta web, por culpa de los códigos y teclados homologados con no sé qué milonga internacional.
Y el dato no es ninguna tontería porque amo las palabras, creo en su fuerza y poder y no pienso que se las lleve ningún viento. Así que entenderás que para mí no es lo mismo comenzar una página web con la broma fácil de ser fuerte y firme como un peÑasco que hacerlo con pena y asco.
Y además en un valle de penas porque, ¡para colmo de Ñ!, nací en el corazón de La Mancha, concretamente en ValdepeÑas…
Orígenes
Al echar la vista atrás, me he sorprendido observando que soy la que fui ayer. O que los aspectos que ahora más me puedan caracterizar a la hora de sentir y escribir, estuvieron siempre en mí: curiosidad, creatividad, humor, pensamiento divergente, integración y espiritualidad. Mucha tela, ya lo sé, pero voy a ir desgranándolos…
Desde siempre he tenido una gran curiosidad por la vida, por saber, por conocer, por aprender y por desentrañar los enigmas del mundo…
Creo que esta curiosidad es la que después ha despertado a la musa y me ha llevado a obsesionarme con una investigación, para terminar plasmando todo en un papel con una extraña mezcla de profundidad y sentido del humor a la vez.
¡A veces creo que dibujo letras desde que tengo memoria!
¿Crees que exagero? Pues mira el tesoro que ha decidido mostrarme uno de mis cajones: mi primer cuaderno de letras. ¡Un cuaderno de cuando tenía tres años!
Mis primeras letras. ¡Siempre reivindicando la importancia de la Ñ!
Tras haber tenido la suerte de viajar por muchos lugares me siento una mujer de mundo, con fobia a fronteras, al rechazo de lo diferente, a la no integración y a regionalismos y fanatismos absurdos.
Sin embargo, creo que el hecho de haber nacido y vivido mi infancia y juventud en el corazón de La Mancha, ha marcado buena parte de mi ADN, de mi esencia y, por lo tanto, de mis letras.
Es más: me encanta que nunca haya dejado de impregnarme el surrealismo típico de un lugar que respira la ironía de Quevedo y la locura idealista de Quijote…
¿Quevedo? ¿He dicho Quevedo? ¡Pues aquí te dejo -con ironía y humor, claro está-, mi queja-poesía «Faltan Quevedos», contra la corrupción.
Pero si hablamos de La Mancha, no debemos olvidar los ramalazos almodovarianos, cuajados de mezclas imposibles, barrocas, divertidas y salpicadas de dramas de colores, risas de tanatorio y el continuo delirio que brota de una tierra llana, empeñada en confundirnos dibujando paisajes de mar cuando sobre ella cae el sol naranja del atardecer…
¿Acelgas? ¿Novelas? ¿Acelgas con novelas? La Mancha es experta en mezclas imposibles. Con el eslogan «Se venden novelas verdes» porque siempre se trata de «ver duras», publicitó un grupo de consumo mi novela erótica «La sumisa insumisa», premio de novela «Ciudad de Irún 2006», que escribí y se premió -¡y si no lo digo reviento!- muchos años antes del pasteleo de las sombras de Grey.
Quevedo, Quijote, Almodóvar… Es maravillosamente inevitable que un poco de todos ellos respiren en mí porque son parte de las diástoles y las sístoles del corazón de La Mancha…
Esencias y apariencias
Y ahora estoy aquí, intentando escribir «sobre mí», con la paradoja de que no es nada fácil definirse a un@ mism@.
Sobre todo si no me gustan las frases hechas, las sentencias y las etiquetas que, para tranquilidad de quien etiqueta porque necesita tenerlo todo bajo control, pretenden clasificar a las personas sin conocerlas y como si fueran productos de supermercado.
Pese a que esté orgullosa del esfuerzo que me ha costado conseguir los míos, tampoco me gustan las colecciones de títulos que mucha gente expone como si fueran pasaportes, intentando tapar sus miserias bajo un papel y confundiendo, tras su escondite, lo que tienen con lo que valen, lo que son con lo que muestran…
Lo siento, pero donde esté la espontaneidad y lo natural que se quite todo lo demás…
¡Y que vivan los amores perros!
Creo que esta fobia a todo lo que no coincida con la autenticidad del ser me viene de muy atrás… De hecho y ya desde niña, odiaba las moralejas hasta el punto de llegar a tacharlas de todos mis cuentos porque no me gustaba que me dijeran lo que tenía que pensar.
Y allí, en el corazón de La Mancha, protestaba a mi manera… ¿Cómo? Pues dibujando molinos con las aspas punkies, ¿o con aspas a lo Led Zeppelin y mirando hacia el cielo?
Supongo que como era muy traviesa y me encantaba la música, me tocó interpretar a la cigarra en la función «La cigarra y la hormiga» del colegio. Ahora parece una tontería, pero creo que esta experiencia, en cierta manera, también marcó mis futuras letras…
¿Por qué? Pues porque me impactó mucho cuando las clónicas hormigas querían aniquilar a la pacífica cigarra, simplemente porque solo estaba desarrollando su esencia, que era cantar. Fue entonces cuando descubrí «la doblez» de muchos cuentos infantiles y deseé con todas mis fuerzas que ya no me contaran ni uno más.
Fue también entonces cuando descubrí que dos y dos no siempre son cuatro porque -y así lo plasmé en un cuento muchos años después- «El corazón no sabe matemáticas».
¿Cómo puede ser? -me dije-. Está claro que algo no funciona… ¡Pero si estas aburridas e idénticas hormigas deberían agradecer que quien sabe cantar o pintar o escribir o esculpir o bailar les alegre la vida con su arte!
Y como no podía ser de otra forma, he plasmado de mil maneras mi apoyo a la cultura y al arte porque, de esta forma, también desahogaba mi experiencia sobre la no integración y el rechazo a la diferencia. Por ejemplo, escribiendo el cuento infantil «No hay yo sin tú» (Primer Premio en el «I Certamen Internacional Más cuento que Calleja»). De esta forma y con literatura infantil, tal y como expresó la prensa de entonces, pude decir cosas muy profundas que, por ejemplo, enseguida adapté al mundo universitario como un grito «anti bulling».
O también utilizando la fabula de «La cigarra y la hormiga» para hablar de la riqueza de la variedad y la necesidad de un pluralismo político que pueda representar las infinitas formas de pensar de un país.
Y, por descontado, para verter quejas por la no valoración del arte, ¡única fuerza capaz de rescatar al ser humano de lo peor!, y su aniquilación en entornos fríos, a veces académicos, por todos aquellos que lo rechazan simplemente porque no lo pueden controlar, olvidando que la creatividad es de por sí incontrolable para quien la goza y sufre… ¡Menos mal que me rebelo!
Pese a muchas cortapisas, a veces por parte de jurídicos que en realidad son jurásicos, a mi manera siempre he intentado y sigo intentando integrar ciencia y arte, llenando la Universidad de creatividad y aplicando al arte la riqueza de muchos conocimientos científicos…
UniversalizARTE: EL ARTE EN LA UNIVERSIDAD COMO MEDIO TERAPÉUTICO Y DOCENTE (EDITORIAL ecu 2021)
Imagínate, por ejemplo, poder aprender Derecho con las letras de las coplas, que es la esencia de «La copla sabe de leyes». ¿Cómo? Pues, sin ir más lejos, entendiendo que «Sabes que tienes un hijo y ni el apellido le vienes a dar», es lo que en el entorno jurídico se conoce como filiación extramatrimonial no reconocida. ¿Sabes que la noticia de aprender Derecho con la copla se publicitó el suplemento de educación de The Times?
En definitiva, creo firmemente, y así lo he plasmado en todos mis hijos de papel, en el reflejo de todo y todos en el Todo y en la integración de muchos conocimientos complementarios, además de unión de cuerpo, mente, emoción y espíritu que antaño nos proporcionó un Humanismo, ahora tristemente perdido.
Aquí puedes ver uno de mis primeros ensayos. En concreto analiza las múltiples consecuencias de la experimentación genética que hace mucho fue mi tesis doctoral: clonación, reproducción artificial, maternidad de alquiler, Genoma. Entonces volví a sudar tinta explicando los pormenores y consecuencias de esta «nueva Genética» porque el tema era tan novedoso que algunos ni siquiera parecían distinguir un gameto de un embrión.
Veinte años después, más de una «eminencia de aquellas» se ha declarado expert@ y se ha dedicado a impartir conferencias sobre el tema. En fin: ¡cosas de los diferentes tiempos de evolución de cada cual! Y cosas -y a veces maldita mi suerte- de adelantarme a los tiempos…
Como si se tratara de una línea del tiempo, en esta foto puedes ver el que ha sido mi último ensayo. El tema es el testamento ológrafo escrito con la boca o con el pie.
¿Querrás creer que, en pleno siglo XXI, aun hay juristas que afirman que solo quienes tienen manos pueden otorgar un testamento ológrafo? ¡Insultante y discriminatorio! Por suerte, pude demostrar lo contrario entrevistando a muchos artistas que, además de pintar auténticas obras de arte, también escriben con la boca o con el pie: ¡Un hurra por ellos! ¡Un hurra por la Asociación de Pintores con la Boca y con el Pie!
Ensayos sobre el coronavirus, publicados en 2020 y 2021
Llegados a este punto y teniendo en cuenta mi punto quijotesco que no soporta las injusticias sin denunciarlas con letras, no es difícil deducir que no todo ha sido un camino del color de mi nombre…
A veces, y no sin graves consecuencias, un duro proceso personal relacionado con el rechazo y el daño que en ciertos entornos, rígidos y estereotipados, se le causa a personas creativas, ha terminado generándome una gran presión.
Claro que, quienes presionan, deberían saber que igual que un deportista se desahoga en un gimnasio, un escritor solo puede aligerar la presión transformándola en letras.
Así y muchos años antes de que tuvieran lugar los ahora conocidos escándalos relacionados con tesis y másteres, sin querer volví a adelantarme a los tiempos escribiendo un libro denuncia: «Mobbing en la Universidad».
Y se lió una buena porque además de que se publicitó este libro escándalo por todos los rincones habidos y por haber, también me dio por gritar por todos los rincones que el mobbing es un asesinato de guante blanco y debería tipificarse en el Código Penal, como así ocurrió años después.
Y es que cuando a un escritor se le impide alzar la voz, lo único que se consigue es que, con sus letras, grite la injusticia más y más fuerte.
Ojalá y las letras siempre destapen miserias para que, como en el título de mi novela policíaca, jamás vuelvan a estar enclaustrados los «Ángeles en el laberinto».
Ojalá y las letras también sirvan para «romper el silencio» y con él, la injusticia y la rabia calladas y enquistadas por el miedo… Al menos así siento que ha ocurrido con mi último libro: «Doce balas en el alma», o la biografía de una víctima de terrorismo que sobrevivió a doce impactos de bala en los años de plomo.
Escribir una biografía y más de unas características tan especiales, para mí ha sido una experiencia extenuante y plena y una de las más ricas que he podido vivir como persona y como escritora. La fusión con el protagonista ha sido tan increíble que no me cuesta nada llegar a una conclusión: ¡sin empatía no se puede escribir!
Letras vividas y letras para vivir
¡Qué maravillosamente hermosas son las letras! Con letras he dibujado, directa o indirectamente, mi propio camino vital, mis heridas, batallas, errores, caídas, viaje del héroe, noche oscura del alma y epopeyas.
Y no es una broma: ¡Te aseguro que, afortunadamente, me ha tocado vivir una vida muy intensa!
Creo que es porque nunca me ha gustado que me cuenten la vida y no vivirla. Sin pretenderlo, desde siempre he ido por el mundo con la experiencia como bandera, poniendo en práctica y no en la boquilla de la teoría, mi propia piel en cada peldaño, a veces a costa de tener contacto con lo más duro y difícil que te puedas imaginar (mobbing, alzhéimer, cáncer, corrupción y ahora hasta terrorismo), pero también disfrutando de lo más elevado, sublime y hermoso que creo pueda existir.
¿Y para qué? A veces pienso que para intentar racionalizar la experiencia y, finalmente, aprender de lo vivido, transformándolo, a mi manera, en letras. Pero necesito enfatizar:
«A estas alturas de mi vida, soy incapaz de distinguir si experimento intensamente la vida para después escribir o si escribo para no enloquecer porque he tenido la suerte de experimentar la vida en toda su intensidad» (Rosa Peñasco).
Con esta imagen, que conseguí tras quitar el aro de los sujetadores y titulé «No entro más por el aro», además del artículo titulado «Con mi gran sentido del «thumor», y frases como «Me lo paso teta dando el do de pecho», protesté contra los asfixiantes protocolos sobre el tratamiento del cáncer.
Reconozco que después de muchos viajes interiores y exteriores, escribir con una extraña mezcla de profundidad y humor también me ha servido para aprender a poner límites, respetarme, exigir mi respeto y reivindicar mi propio espacio: ese espacio que en las familias, en los trabajos y en determinados entornos, a los artistas tantas veces y por el mero hecho de serlo nos ensucian, avasallan, ningunean o tienden a romper quienes no entienden de respeto ni sienten el ARTE…
Lo siento, pero con un buen corte por lo sano y le pese a quien le pese, ya me ha llegado el momento de decir: ¡tóxicos fuera!
Visto todo desde esta óptica, entenderás que sea inevitable que sienta agradecimiento y amor hacia todos mis libros . Da igual que estén publicados o sean inéditos, que estén premiados o no y que estén mejor o peor escritos: todos son parte de mí.
Es muy hermoso sentir que después de un gran recorrido vital y mucho trabajo personal, pese a mis innumerables defectos, carencias y errores, por fin he aprendido a aceptarme a mí misma.
¿He dicho recorrido vital? Pues te presento a mi última novela, aún inédita -y espero que no por mucho tiempo-, titulada «En busca de mí por El Camino de Santiago». Porque no lo había dicho, pero he recorrido esta ruta decenas de veces por todas sus variantes…
Beth, una nigeriana que huye de su aldea huyendo de la ablación que está condenada a sufrir como todas las mujeres de su clan, pasado mucho tiempo y tras cruzar El Estrecho después de mil penurias, siguiendo unas misteriosas flechas amarillas termina caminando, sin saber, por el corazón de El Camino de Santiago…
¡Y ahí comienza todo! Una trama que gira en torno a las enseñanzas esotéricas de los caballeros templarios que, como si el tiempo no hubiera pasado, salpican a personas de los cinco continentes que con sus particulares mochilas de cuerpo y de alma, coinciden, junto a una hospitalera muy especial, en el albergue «De oca en oca».
En la foto, recorriendo El Camino de Santiago en pleno invierno…
Y llegados a este punto, la conclusión de tantos kilómetros de vida, es sencilla:
«Si a estas alturas no aceptara a mis libros, sería como no aceptar el fascinante e intenso camino vital que me ha tocado recorrer y nunca me cansaré de agradecer, a quien corresponda».
(Rosa Peñasco)
Rosa Peñasco: escritora de alma
Hay muchas maneras de dibujar letras. Sin dejar nunca al margen la ironía y el humor, me considero una escritora de alma. Primero porque con la que está cayendo, reivindicar la mística, la expansión de conciencia y la espiritualidad es, sin duda, el acto más subversivo y revolucionario que existe.
Segundo porque, le pese a quien le pese, me enorgullece decir alto y fuerte que cada vez que escribo salgo de mi personal ALMA-rio. Y tercero porque, como dijo Fito, “escribo igual que sangro y sangro todo lo que escribo”, quizás porque como también afirmó Juanjo Millás, “la escritura es el único acto que hace brotar la herida y a la vez la cauteriza”.
Con letras buceé sobre la importancia de la energía, en la novela «Mujer índigo: despertar de la energía kundalini» (todavía un trabajo inédito, de los cientos de inéditos que buscan editor y están a punto de colapsar el disco duro de mi ordenador).
También sobre las distintas fases del alzhéimer que conocí cuidando a «Mi madre-niña» o para mí, por razones evidentes y por siempre, el libro más lírico, íntimo y hermoso que pueda escribir jamás…
He observado que cuando escribo desde el alma -y para bien o para mal no sé hacerlo de otra manera-, todo crece, se expande, comunica y, sin pretenderlo, llega a las personas de manera natural.
De hecho, el libro «Mi madre-niña» que en un principio escribí como desahogo y para recolocar un difícil duelo que se burlaba del tiempo más que el propio alzhéimer, dio lugar al proyecto «Alzhéimer solidario».
También a lineas de investigación hoy en día vigentes en la Universidad y a material multimedia como, entre otros, el youtube «Volver al corazón desde el alzhéimer».
Visto todo desde esta óptica, entenderás que gracias a la escritura sienta ternura por mi colección de heridas curadas, mis cicatrices de vida, antes surgidas por mucha experiencia vivida y sentida con enorme sensibilidad, pero siempre heridas brotadas y cauterizadas cuando las he puesto en un papel, ayudándome así a sanarlas, a entender la vida, al ser humano y a mí misma, y a aprender y crecer por dentro, haciéndome más fuerte.
En definitiva, me encanta la secuencia vital de experimentar, aprender, reconocer, aceptar, pulir y trascender o, en otras palabras y siempre con mayúsculas: ¡VIVIR!
Y si digo VIVIR, también tengo que decir que no concibo la vida sin una unión de cuerpo y alma, materia y energía o la vibración que salpica a todos y al Todo. En mi caso es una vibración índigo, empeñada en rodearme como un zócalo añil de las casas de La Mancha y, según algunas voces, dando una serie de características curiosamente quijotescas y tendencias que por fin, como adulta índigo, ahora estoy empezando a amar y a respetar…
Broma: ¿Y cómo no voy a creer en la vibración y en la energía si me sale del gorro?
También de esta rica experiencia de vida, últimamente han surgido mis libros de poesías místicas que aun están sin publicar: «Conexión mística», «Divina proporción», «El cielo en la tierra», «Loca espiral de milagros en galaxias, seres, átomos», «Allí donde somos uno». Y también y publicado por Círculo Rojo, destaca «In Teresa: siete moradas, siete chacras y energía kundalini en Teresa de Jesús»
«Teresa querida:
tú plena de vida queriendo morir.
Tú sabiendo que la muerte
es sólo un cambio de suerte:
la suerte de Dios en ti»
Poesías, biografías, novelas, ensayos, cuentos y epigramas que escribo en un rincón, totalmente mágico para mí. Lo siento, pero no cambio mi sencillo pero mágico pupitre de verano por el despacho más lujoso del mundo. Solo cambiaría mi adicción al tabaco y al café, ¡pero nada es perfecto!, qué le vamos a hacer…
Rosa Peñasco: humor y delirio
De acuerdo: espiritualidad, mística, humanismo, integración de cuerpo, mente, emoción y espíritu en cada experiencia y realidad… ¡SÍ! Todo ello está en mis libros y en mí, pero no te equivoques: como dije casi al principio, el humor marca mi ADN.
No sé si será por el realismo mágico de mis orígenes manchegos, por la necesidad de reciclar y proteger la extrema sensibilidad, por un gamberrismo gramatical que deriva en lo que he denominado «palabrarismo» porque me lleva a hacer «malabares con las palabras» o qué sé yo…
Con mi paisano, el gran Paco Clavel. A la derecha, con el «único martirio» que ya permito. ¡Martirio for ever!
Sólo puedo asegurarte que con un almodovarianismo y surrealismo atroz, el humor marca cada gesto de mi vida, hasta el punto de no poder evitar escribir, componer, fotografiar y vivir la vida desde esta óptica amorosa, pero cómica y cósmica a la vez.
Arriba, a la izquierda, la portada del ensayo: «Veinte tipos de humor manchego y una conclusión inesperada» (aun inédito, pero todo se andará). Título de la foto: «Quijote luchando contra las grandes petroleras». A la derecha, un cálido y ordinario beso de pintalabios a mi amigo y gran poeta manchego Joaquín Brotons (joaquinbrotons.com).
Claro que el delirio tiene muchos grados y en esa eterna búsqueda de «Vivir y dejar vivir», siempre se puede crear en casa «el rincón de pensar», con un secador de los años sesenta. ¿Finalidad? Pues que la gente deje de dar la lata a los demás con sus problemas y que cada cabeza que se raye, que se caliente y aclare sola en la escafandra de este especial rincón. Créeme: ¡hay lista de espera y muchos manchegos ilustres ya han probado los beneficios de este especial «rincón de pensar».
Con el humor y el buen rollo me relaciono con todo tipo de personas: ¡y me encanta!
Rosa Montero y Rosa Peñasco. No te equivoques: yo soy la otra, la otra, es decir, la que abraza a la Montero: ¡a ver si se me pega algo! Jijijiji
Con «el abuelo», bailando chotis, gastando bromas, charlando y escuchando la sabiduría vital de un ser excepcional. Uno de los mayores lujos de mi vida.
Adoleciendo, es decir: en plena adolescencia. Estoy montando en moto con mi madre, sin duda, mucho más adolescente que yo… ¡Momento inolvidable y entrañable!
Con humor hice un estudio de los problemas inmobiliarios que afectan «al otro barrio», para deducir que son casi los mismos que los que afectan a este otro: hagas lo que hagas, ¡siempre terminas hecho polvo! ¿Resultado? Un guión, titulado «RIP., RIP., RIP; ¡Hurra!», que seleccionó la CC.AA. de Madrid en 2009.
No sé si el guión ganó aquella selección por la colección de epitafios que -como el de la foto- inventé para la ocasión. En cambio, sí sé que, inventándolos y escribiéndolos, ¡me lo pasé de muerte!
El humor y el surrealismo también nos ayuda a hacer «de tripas corazón» y hasta a poner el mundo por montera, cuando una voz grita que ha llegado el momento de zapatear la vida y ponerse folclóric@s…
En la foto de abajo, con buenos amigos en un film amargo del gran David Salvochea, pero muy divertido… Y más abajo, más amigos y más delirios…
Con el humor también protesto y digo lo que pienso:
«DESENGÁÑATE: NUNCA ENCONTRARÁS TU AVATAR SIN SALIR DEL LITORAL»
Rosa Peñasco: Mi proceso creativo
Aunque después de “parir” y como todos los escritores, vivo un gran trabajo racional de cribado, método, corrección, estructura y demás, a la hora de crear nunca interviene la premeditación, la disciplina o el “tengo que”. ¡En mí es todo lo contrario!
Estoy en mi mundo, absorta, vaga y olvidándome de que escribo, hasta que, ¡zas!, ocurre algo que me tambalea por dentro, me fecunda el corazón, activa mis emociones conmocionándome el espíritu y se desata todo el engranaje literario.
Un engranaje que se convierte en algo muy obsesivo y compulsivo porque, a partir de ahí, he observado que de nada me sirve quejarme, pensar, racionalizar y ver lo conveniente o bueno o malo que pueda ser para mí. Nada de esto sirve porque ya no podré parar de gestar alma y letras a todas horas…
He comprobado que entonces estoy aquí, en cuerpo, pero sin estar realmente: tengo despistes, se me olvida comer, dormir, hablo sola, escribo ideas en cualquier superficie -ahora también las grabo en audios del móvil-, escribo en sueños y hasta sueño con lo que estoy escribiendo en ese momento.
Y entonces, ¡oh!: vivo la escritura como un parto porque he comprobado mil veces que no podré parar hasta que no termine de sacar fuera lo que antes me tambaleó por dentro.
Al igual que Heráclito, también pienso que “Nunca se conoce del todo el alma humana debido a su profundidad”, pero como la vida tiene la manía de estar viva, pues ahí me ha tenido y me tiene: seduciéndome a todas horas, inspirándome de mil formas distintas y tambaleándome por dentro para que me exprese por medio de ensayos, novelas, cuentos, artículos, guiones de corto y largometraje, radio y televisión y poesías, muchas poesías….
Así han surgido todos mis hijos de papel. Son tan variopintos que me han calificado de escritora polifacética y heterodoxa, ¡y me encanta!, porque gracias a la seducción de los distintos formatos, podemos aprender y plasmar la vida en sonetos o versos libres, ensayos o novelas, guiones de largo o de corto y un infinito etc.
Porque el perfeccionismo bajo el que se esconden tantas veces algunos críticos de arte y críticos literarios (que para colmo de no sé qué, muchas veces no han escrito una línea en su vida), solo sirve para camuflar el drama de su total falta de creatividad.
Y ahí está la Historia para mostrarnos mil ejemplos de ello como, sin ir más lejos, cuando se comenta que la Academia de San Fernando rechazó al mismísimo Gaudí por su predilección por las formas curvas.
Lo siento, pero es en este momento cuando con ese Quijote que llevo en las tripas, protesto ante esta opresión hipócrita de la chispa y ante el mercadeo del arte que, por cierto, esconden muchos concursos literarios…
Y protesto como puedo, al grito de «soy verso libre» y «rebelde con causa».
Rosa Peñasco: Soy «palabrarista» porque me gusta hacer malabares con las palabras
Creo que después de este resumen por todos los continentes de mi literatura y de mí misma, podrás darte cuenta de que con más o menos humor, espiritualidad, investigación, delirio e integración me encanta escribir…
Amo las palabras y estoy convencida de que nunca se las lleva el viento. Las palabras crean o destruyen, elevan o sepultan, aumentan o disminuyen todo de todos y en todo… Creo firmemente en su fuerza, magia y poder para construir o destruir, elevarnos o hundirnos, avanzar o retroceder… ¡Psicomagia pura!
La pluma es el arma más poderosa del mundo y existe una gran responsabilidad en la figura de un escritor, un periodista o en cualquier persona que de una forma u otra se dedique a comunicar con ellas. Porque sin perder objetividad, puedes inclinar el trazo hacia un lado u otro, hacia la reflexión o el fanatismo, hacia la integración o hacia el odio de la separación…
En fin, a estas alturas de mi vida sé que quiero encauzar mi pluma hacia el lado de la luz, la reflexión y la integración. También sé que no podría vivir sin jugar con las palabras porque solo ellas me permiten dar rienda suelta a mi ludopatía gramatical.
Cosas de ser «PALABRARISTA» y de creer que:
«Cuando hay magia interior, Macondo no es un lugar: es un estado del corazón».
(Rosa Peñasco)
Rosa Peñasco: traba-¡JO!
A veces me preguntan por qué después de estudiar Derecho y conseguir un doctorado cum laude, decidí ser profesora en la Universidad y dedicarme a la docencia y a la investigación en el ámbito del Trabajo Social, en vez de haber intentado ser juez, fiscal, abogado, registrador o notario.
La respuesta es doble: por un lado, investigar y desentrañar los enigmas de la vida, es una pasión que me mueve las entrañas desde que nací porque, como cualquier escritor, soy muy curiosa.
Y por otro, y con pleno respeto a todo el mundo, nunca me gustaron los acusicas, llegaran o no a ser fiscales. Tampoco quienes, a veces, confunden defender con echar mentirijillas. Ni mucho menos los que registran a otros sin conocer sus propios registros. Y mucho menos del menos y más menos, los estereotipos que dan por hecho que todos los jueces, por el hecho de dedicarse a la Justicia, son justos.
Y no es que esté, como cantaba el gran Rosendo, «loca por incordiar»…
Con el busto de Rosendo, realizado por el gran artista Juan Up (esculturapersonalizada.es).
Es porque tampoco he podido admitir nunca que un señor afirme que»da fe». Sí, ya sé que no debo rizar el rizo porque es una frase hecha: ¿pero cómo qué da Fe? ¡Si la fe en algo o alguien se tiene o no se tiene!
Yo al menos creo en lo que creo, y mis creencias son mías, maceradas a fuego lento durante toda mi vida y sin que me las haya dado nadie.
Y no puedo evitarlo, pero lo demás me parecen «medias verdades» o verdades y vidas artificiales y enlatadas…¡Y eso es una lata!
Por si fuera poco no me ofrece ninguna garantía que el resultado de muchos concursos literarios, así como que la tajante opinión de un juez, se denomine “FALLO”.
¿Pero cómo va a decidirse con equidad partiendo de un Fallo? No sé, pero me horroriza tanto la idea que, a estas alturas, sólo puedo decir:
“¡Fallen, Señorías, fallen, pero, por favor, acierten!” (Rosa Peñasco)
Y con esta realidad disfrazada de comicidad, termino este paseo «sobre mí», encantada y muy agradecida de haberlo hecho porque una vez más con la excusa de comunicar las letras me han ayudado a bucear por dentro y conocerme mejor.
Porque la vida, pese a sus duras pruebas y obstáculos que a veces nos sitúan en la cúspide de lo peor, con su tira y afloja, siempre forma un ramo ¡AJOJONANTE!
¿Conclusión? Ha sido y es un placer sentir la magia de derramarme al derramar mis letras por todos los rincones, siempre que la vida ha tenido la osadía de colarse en mi corazón.
¿Corazón? ¿He dicho corazón?
Pues lo siento, pero presa de mi palabrarismo solo puedo afirmar que «Le pese a quien le pese, el corazón siempre lleva razón: ¿o no nos hemos dado cuenta que se llama co-razón?» (Rosa Peñasco).
¡Pues eso!