Rosa Peñasco
¿Qué cómo surgió NWA MI, África en El Camino de Santiago? Realmente no lo sé. Solo puedo decir que sí conocí el momento exacto en el que unas pocas hojas querían convertirse en novela. ¿Cómo? Pues, sencillamente, cuando prácticamente dejé de ser persona para que sus protagonistas, Ana y Beth, crecieran sin parar hasta copar todo mi ser con sus líos de flechas y caminos.
Fueron ellas, con la riqueza de sus respectivas vidas, las que indiscretamente se colaron en mis sueños, en mi tiempo, en mis conversaciones, en mi imaginación, en mis –no- vacaciones y en casi todos mis pensamientos…
Pero vayamos por partes…
QUÉ NO ES NWA MI
Empecemos aclarando qué no es «NWA MI»…
«NWA MI», no es una novela más sobre El Camino de Santiago. «NWA MI», es un auténtico ejercicio de integración que conduce a la plenitud del ser. «NWA MI» es un canto a la paz, ya que no deja de repetir, una y otra vez, que en la dualidad, la fragmentación y el odio no hay destino. ¿Y por qué? Porque en un mundo terriblemente fragmentado, «NWA MI» logra unir realidades aparentemente tan dispares como África y Europa. También los caminos recorridos por su protagonista africana, llamada Beth y los de El Camino.
O la Edad Media, el presente y el futuro, el mundo material y el espiritual y las flechas de El Camino y las de Elegguá, el Orisha dueño de los caminos en la religión yoruba. Sin olvidar el afán de superación de una adolescente africana, cargada de nada y llena de todo, y el de una mujer que huyó del maltrato de un marido hasta encontrarse a sí misma.
POTENTE MENSAJE
Quizás por el constante grito de en el odio no hay destino, la prensa ha calificado a «NWA MI, África en El Camino de Santiago, con titulares muy potentes.
Entre ellos, destacan los de Agencia Efe y Europa Press: «El poderoso mensaje de Rosa Peñasco que une continentes y religiones en El Camino de Santiago».
También titulares de diarios, como el de León: «El mensaje que une pueblos y religiones».
Sin olvidar Onda Cero: «Rosa Peñasco une dos continentes y siglos de historia en una novela con realidad, actualidad y magia»
ESTILO LITERARIO
Con realismo mágico y también un gran rigor histórico (en el anexo de la novela se incluye una cronología de más de 30 páginas), “NWA MI” resalta la sororidad, valentía, honestidad, carisma, magia y resiliencia de sus protagonistas.
Porque tras escuchar el grito de ahora o nunca que la vida solo repite una vez, Ana y Beth serán todo, después de atreverse a ser nada, quizás porque, como Fénix, solo dejando de ser, se puede empezar a SER.
¿QUÉ SIGNIFICA NWA MI?
NWA MI es una frase yoruba que significa «en busca de mí». Pero también es una frase mágica, una especie de abracadabra particular que repetirá mil veces Beth para darse ánimos, mientras sortea infinidad de riesgos y peligros…
Es inevitable: para Beth, NWA MI es una frase especial porque cuando solo tenía cinco años, escuchó cómo la susurró su madre, justo en el momento en el que, por culpa de unas fiebres, dejó este mundo para ir a otras estrellas…
LA MUTILACIÓN GENITAL
Es horroroso, pero esta práctica aun se lleva a cabo en muchos lugares de África. Aunque existan leyes que prohíban la ablación, se ha demostrado que en aldeas recónditas como en la novela es la de Beth, situada en plena Meseta Yoruba, no tiene efectos la fuerza de la ley o al menos no puede romper el peso de tradiciones tan ancestrales como la mutilación genital…
En NWA MI, el terror de la mutilación genital o ablación que, de generación en generación, sufren en la zona todas las niñas por una insalvable tradición, junto a la boda obligada con un hombre viejo que ni conocía, es el detonante que hace huir a Beth de su casa.
ELEGGUÁ: EL ORISHA «DUEÑO DE LOS CAMINOS» EN LA RELIGIÓN YORUBA
Se ha demostrado que quienes emigran desde algunos puntos del sur de África, a veces tardan años en llegar a algún punto de España. ¡Y este es el caso de Beth! Simplemente, salió de su aldea siendo una niña y pisó, sin saberlo, El Camino de Santiago, siendo una adolescente… Entre un momento y otro, además de años, Beth atravesó los lugares más peligrosos de la tierra, SIEMPRE INVOCANDO A SUS DEIDADES YORUBA. En concreto a Elegguá que para los yoruba, es el «Dueño de los caminos». Además, su símbolo son las flechas, igual que junto a la vieira, las flechas amarillas también son un símbolo de El Camino de Santiago: al final, no somos tan distintos como pensamos…
Beth llevaba años arriesgando su vida por innumerables lugares peligrosos de la tierra, viviendo en campos de refugiados, atravesando sabanas, selvas y desiertos. También saltó una punzante valla de metal y cruzó un mar muy mentiroso que decía llamarse “Estrecho”, siendo demasiado ancho.
En su recorrido infernal, Beth pidió ayuda a Elegguá, el Orisha o deidad que con su símbolo de flechas, es el dueño de los caminos en la religión yoruba.
Pero también en yoruba, repitió mil veces “NWA MI”. «NWA MI» y no looking for me o en busca de mí según otros idiomas. Porque “NWA MI”, a Beth le parecía una frase mágica y más del cielo que de la tierra; sobre todo, desde que con cinco años escuchó cómo la pronunció su madre, justo cuando dejó este mundo por unas fiebres y se volvió espíritu para ir a otras estrellas…
¿UNA MENA EN EL CAMINO DE SANTIAGO?
La vida de Beth ya es bastante complicada, pero a esa complicación hay que añadir un elemento más: cuando sin saberlo, pisa El Camino de Santiago, es una adolescente, pero también una Menor Extranjera No Acompañada o MENA. Las siglas MENA, en nuestro país y para muchos sectores, se identifican con situaciones problemáticas, abusivas y a veces peyorativas… Desarrollando y leyendo esta historia, se eliminan muchos prejuicios, se comprenden muchas situaciones y se comprende que no debería generalizarse, ya que cada caso es único…
Beth era una Menor Extranjera No Acompañada (MENA), cuando malherida y al borde de lo peor, pisó, sin saberlo, El Camino de Santiago. Era alrededor de media noche de un día cualquiera del mes de septiembre. No llevaba mochila ni equipaje y tampoco tenía DNI o pasaporte cuando llamó a la puerta del albergue «De oca en oca»…
Quizás porque estaba a punto de perder la consciencia y caer al suelo, Beth tampoco fue capaz de encontrar algo especial en aquel camino, de los miles que había recorrido desde que, siendo solo una niña, había huido de su aldea de la Meseta Yoruba, en el suroeste de Nigeria.
CARGADA DE NADA Y LLENA DE TODO
En el mundo jacobeo, existe la creencia de que En Camino de Santiago no comienza cuando se pisa por primera vez, y sí cuando el peregrino por fin sale de su casa. Siendo así, ¿te imaginas El Camino de Santiago que ha recorrido Beth? Sin duda, es una peregrina más auténtica que muchos que acuden con sus equipos de diseño, buscando fotos y likes o empezados en obtener un título (Compostelana), más que en recorrer El Camino en sí. Así lo muestra la sinopsis:
Cargada de nada pero llena de todo, la ya adolescente Beth por fin llegó a El Camino de Santiago, sin saber que salvaría la vida con las flechas amarillas del lugar, tal vez usadas por Elegguá y su también símbolo de flechas para conducirla hasta Ana.
Y Ana, la dueña del albergue “De oca en oca” que había dedicado su vida a una senda que conocía y amaba hasta la extenuación, dedujo que aquella mujer-niña era la peregrina más auténtica de cuantos peregrinos ha visto a lo largo de medio siglo.
Viéndose reflejada en los ojos de Beth y recordar cómo veinticinco años atrás huyó del maltrato de su marido, Ana no dudó en abrazarla como solo abrazan las madres a sus hijos cuando vuelven de una guerra…
LA PRIMERA PEREGRINA AFRICANA
Pero lo que ni en sueños pudieron imaginar aquella madre e hija, más peregrinas que la senda que las había unido para siempre, es que la energía ancestral de El Camino de Santiago también había imantado a Beth.
Porque la milenaria ruta que continuamente pisaban personas de casi todos los continentes, jamás podría ser de verdad universal sin la cultura, el ritmo, la belleza y la grandeza de África.
Por suerte Beth, la primera peregrina africana en El Camino de Santiago, enriquecerá y completará la universalidad del famoso itinerario, con sus particulares huellas de espontaneidad, carisma, integración y cosmopolitismo y siempre al grito de “NWA MI”.
LA INVESTIGACIÓN
Ana y Beth se propusieron crecer tanto y tan deprisa que no pararon hasta casi exprimirme como a un limón, haciéndome investigar incansablemente datos rarísimos sobre la Historia de un Camino. Pero también sobre las deidades menores u Orishas, el sincretismo religioso y otros pormenores de la religión yoruba y el peculiar sistema de adivinación Ifà.
Sin olvidar los conflictos socioeconómicos, bélicos y políticos europeos, africanos y solo nigerianos. O pormenores sobre geografía e historia africana, campos de refugiados como el camerunés de Minawao y carreras prohibidas por el Sáhara. También peripecias de Abderramán III, Sancho I El Craso, la reina Toda de Navarra, juegos de la oca, arte y construcciones románicas y góticas de El Camino. O viajes al Medievo con bulas papales, historia de un botafumeiro, templarios y otros personajes y avatares del momento. O también sincronía entre los calendarios yoruba, musulmán y gregoriano, legislación antigua y actual sobre migración, organismos internacionales, sociopolítica de Nigeria, mil efemérides y un largo etcétera, ya casi imposible de recordar. En fin: ¡una locura!
EL PROCESO CREATIVO
El proceso fue fascinante y, ¿a qué negarlo?, también agotador. Y no sé cómo lo harán otros escritores, pero equivocada o no, ese agotamiento tan especial que siempre he vivido cuando estaba enfrascada en un nuevo libro, para mí también es la clave de que una novela, ya está preparada para de verdad serlo.
Porque cuanto más importa la vida de los personajes y menos la de quien escribe sobre ellos, es cuando creo que cobra protagonismo la imaginación y logra conectar con otros mundos, realidades y estados de conciencia. ¿Cómo? Siempre tras la apoteósica salida del ombligo del escritor o escritora que logra romper los márgenes de su mente y prejuicios de su ego. Solo así podrá engranar con mil historias, investigación e infinitos detalles…
De hecho, creo que sin moverme de la silla he viajado más que nunca, durante el tiempo que he estado escribiendo «NWA MI». Sin duda, los caminos de Ana y de Beth, también han sido mis caminos…
El viaje de Beth…
BETH
A día de hoy, reconozco que ni con hipnosis sería capaz de saber de qué rincón de mi inconsciente ha podido salir un personaje como Beth. Lo siento, pero mi vida no tiene nada que ver con la niña nigeriana que huyó de una mutilación genital. Tampoco con el hecho de que logre atravesar medio mundo hasta llegar exhausta al albergue “De oca en oca”. Ni mucho menos con pisar, sin saberlo, El Camino de Santiago…
Beth siempre ha sido una incógnita para mí. Y más si recuerdo que fue creciendo tanto que hasta llegué a pensar que sus poderosas raíces africanas, idearon el título del libro. Y digo esto porque a medida que Beth crecía, se fue desechando el antiguo y casi empalagoso “En busca de mí” que fue el título inicial del libro. Enseguida fue sustituido por “NWA MI: la bella y contundente frase yoruba que también significa en busca de mí y con su ancestral fuerza africana da título a esta novela.
ANA
En cambio, no ocurre lo mismo con el personaje se Ana, la hospitalera de “De oca en oca”. Porque hace años, en plena Navidad y cuando solo cuatro locos recorríamos El Camino en esas particulares fechas, sí conocí a una hospitalera fantástica, a quien además dedico este libro. La especial mujer que conocí, experta en El Camino de Santiago y todo tipo de esoterismos, religiones y espiritualidad, sin duda me inspiró el carácter y el carisma de este personaje esencial. Ana es divertida, sabia, pícara, esotérica, intuitiva, generosa, hiperactiva, curiosa, lectora voraz, multitarea, a veces tajante y hasta un poco deslenguada y ordinaria y siempre con una personalidad apabullante con tal riqueza interior, que en ocasiones necesita hablar sola para desahogar lo de dentro, sacándolo fuera. Lo de después no guarda ninguna relación con la realidad.
INVENTAR UNA VIDA
Con mucho descaro e imaginación -y que la verdadera Ana me perdone-, al personaje le inventé una vida horrenda en una sierra olivarera, un marido cruel del que termina huyendo, el primer viaje de su vida con un bote de cacao y una maleta de escay marrón, un libro sobre un camino que encuentra en una estación, unos guiris que le regalan un estrafalario equipo para hacer un extraño camino que ya le ha cambiado la vida, una crisis y soledad de órdago, una familia adoptiva, un enriquecedor camino al revés, un albergue llamado “De oca en oca” que construye en un establo, una dedicación total a El Camino y una hija peregrina como Beth…
Ana, la hospitalera del imaginario albergue «De oca en oca»: ¡una mujer fascinante!
EL CAMINO DE SANTIAGO
De otro lado, también creo que escribir parte de esta novela era de alguna forma inevitable. Sobre todo, si pienso que escribo desde que tengo memoria y, precisamente escribiendo, es como siempre he logrado bucear por el alma humana, reconociendo aciertos, errores y emociones –mías y de otros-, recolocándolas y sanar hasta alcanzar un casi místico bienestar interior.
Y si a ello le uno el dato de que he recorrido El Camino de Santiago decenas de veces, en todas las estaciones del año y por diferentes caminos, no es extraño que antes o después decidiera escribir un libro sobre la peculiar senda (antes ya había escrito artículos al respecto).
EL CAMINO INTERIOR
Ahora bien: como no me gusta la masificación, pero sí el enorme disfrute del arte, la naturaleza, el deporte, las enriquecedoras personas que suelen encontrarse y el enorme mundo interior que se dibuja paso a paso, sin dejar de describir etapas, efemérides, arte, construcciones y un larguísimo etcétera, tampoco es extraño que en estas páginas, haya ido creciendo ese camino en busca de uno mismo. Sin duda y tras mil crisis personales, ese itinerario termina aclarándose y colmándonos de resiliencia, siempre que nos atrevemos a escuchar el grito de ahora o nunca que la vida solo repite una vez.
INTEGRACIÓN: POR FIN ÁFRICA EN EL CAMINO
He recorrido El Camino en muchas de sus variantes y en todas las estaciones del año y con varios climas, incluidas las ciclogénesis explosivas de febrero o el frío y la nieve de la Navidad. Por eso, he podido observar que, salvo Sudáfrica -y así también lo he constatado en las estadísticas de los portales oficiales jacobeos-, apenas existen peregrinos de otros países de África Subsahariana.
Me atrevo a deducir que por el afán de universalidad e integración que, sin proponérmelo y a veces para mi desgracia, también delata siempre todo lo que escribo, la ausencia africana en una ruta que tiene fama de universal, me enfadó. Y creo que me enfadó hasta el punto de intentar enmendar el vacío esencial, creando un personaje como Beth, precisamente para buscar la verdadera universalidad de El Camino, al incluir en su senda la parte de África Subsahariana que estaba brillando por su ausencia…
Lo siento, pero hasta que El Camino no cuente con la inocencia, el ritmo, al espontaneidad, la cultura y la grandeza de -toda- África, no podrá ser una senda verdaderamente universal…
DERECHOS HUMANOS
En otro orden de cosas, solo cuando he terminado de escribir un libro es cuando me doy cuenta de que, por muy diferente que sea de los anteriores, y tanto en género como en temática, todos tienen en común la reivindicación de derechos humanos. Pero, sobre todo, tienen en común el perenne afán de ensalzar y no amputar todos los elementos que configuran el gran potencial del Ser, intentando resaltar cuerpo, mente, emoción y espíritu.
Ahora bien: también y sin ser consciente, en cada uno de mis libros he intentado integrar extremos aparentemente opuestos, quizás para romper la dañina inercia de miedo y por tanto de rechazo, a todo y a todos los que descartan lo que resulta diferente de sus ombligos. Porque así, simplemente nos situamos en un separatismo y una dualidad muy peligrosa que solo sabe crear bandos de «conmigo o contra mí», haciéndonos pequeños, mediocres, incompletos y probablemente muy infelices.
Con este inconsciente afán siempre integrador, han surgido varios de mis libros, caracterizados por mezclas de elementos que, a simple vista, pueden parecer antagónicos y casi imposibles: copla y derecho, humor y drama, madre-niña, sumisa-insumisa, siete moradas y siete chakras, testamento ológrafo en personas sin manos, ángeles y laberintos o Teresa de Jesús y budismo y un largo etc.
NO SOMOS TAN DISTINTOS
Ahora, con “NWA MI”, se unen Europa y África, en torno a Ana y Beth o dos protagonistas también aparentemente muy dispares, pero que tienen en común la verdadera esencia del Ser: sus periplos exteriores e interiores sin fin, la búsqueda de la supervivencia, la honestidad, gran personalidad, la constante superación personal y los enormes regalos que les hace la vida por haber sido valientes, atreviéndose a vaciarse del todo, para desde la más absoluta nada resurgir limpias y nuevas como Fénix.
Además y porque no somos tan diferentes como tantas veces pensamos, Ana y Beth también tienen en común El Camino y unas flechas amarillas que las unirán para siempre como una madre y una hija peregrinas. Camino y flechas que, a su vez, al menos simbólicamente pueden corresponderse con Elegguá, la deidad menor o el Orisha preferido de Beth, cuyo símbolo también son las flechas y precisamente para los yoruba, es el dueño de los caminos…
EL CONTRATIEMPO
A punto de quedarme sin vacaciones, ya bien entrado agosto de 2023, terminé de ultimar detalles sobre las fascinantes vidas de Beth y de Ana que me habían atrapado y absorbido hasta niveles inenarrables. Imprimí la novela porque tenía los ojos rojos como tomates, seguramente de dormir muy poco y además escribir y repasar en el ordenador. Después y con centenares de folios, me fui feliz a leerla a un lugar lleno de árboles para corregir en plena naturaleza las erratas. Acepté de antemano y como siempre de muy mala gana, que las más tramposas ahora también me engañarían porque, una vez más, conseguirían escabullirse y camuflarse entre el texto…
Cuando después de horas, terminé de leer la última frase de este libro, una fuerte ráfaga de viento apareció de repente, haciendo volar todas las hojas y esparciéndolas por el aire, llevándolas a correr por la hierba y hasta a jugar a alcanzar la copa de los árboles. Fui corriendo tras ellas, pero me fue imposible atraparlas porque ya habían decidido cambiar de provincia y hasta de continente, aprovechando la libertad del viento y la velocidad.
AIRES DEL SAHARA
Enfadada y muy contrariada por lo ocurrido, volví a casa con la mitad de las hojas. Sin embargo, cuando después escuché en las noticias que ese día había que tener cuidado con los torbellinos de viento, sonreí porque las fuertes ráfagas procedían del Sáhara o un lugar que marcó la vida de Beth.
Y siguiendo –y si es que esto existe-, con el realismo mágico e histórico a la vez que impulsa la esencia de estas páginas, finalmente, en una especie de guiño cósmico y cómico, deduje que gracias al potente soplo de viento africano, las fascinantes vidas de esta madre e hija, valientes y más peregrinas que El Camino de Santiago que las unió con unas flechas amarillas, querían indicarme que ya estaban preparadas para salir de mi imaginación y de mi mundo: sin duda, deseaban volar por la conciencia, las almas, las mentes y los corazones de quienes quisieran acercarse a ellas…
POR FIN VACACIONES
¡Por fin vacaciones! –pensé entonces-. Aunque no contentas con lo que habían hecho antes conmigo, exprimiéndome y abduciéndome como si fueran platillos volantes en una película de extraterrestres, Ana y Beth todavía decidieron inspirarme las poesías del final del libro, así como la extensa cronología que como apéndice hay al final. Respecto de las poesías, te diré que «Fin de la tierra» una está dedicada a Ana y «Con tatuaje de henna y con mil trenzas» es para Beth…
Por último, ¡y ahora sí!, también subí el libro a Amazon, para participar en su famoso concurso literario de este año. Después crucé los dedos, y tuve tiempo de marcharme unos días al mar, para descansar y celebrar el nacimiento de mi nuevo hijo-libro.. ¿Dónde? Precisamente en la bella y celta Fisterra que aparece mil veces entre sus líneas, para mostrar una y otra vez que el kilómetro 000 de El Camino de Santiago de su faro, nunca es un final: es un claro símbolo del volver a empezar que supone todo renacer. De hecho, así lo he expresado en otras publicaciones…
Rosa Peñasco en El Camino de Santiago de Fisterra a Muxía
Y YA JUNTAS, ANA Y BETH
Y aquí están Ana y Beth: deseando contarte con su innegable realismo mágico, esotérico e histórico, bellas historias sobre El Camino de Santiago, África, la Edad Media, la actualidad y el a veces desesperanzador futuro. También te contarán detalles de un campo de refugiados, un juego de la oca, caballeros templarios, derechos humanos, problemas migratorios, cambio climático, bellísimos lugares llamados Fisterra y Muxía. O te hablarán de los enredos de la mente, superación personal, sanación y resiliencia, y mil conclusiones acerca de la vida y de un camino que, aunque no lo parezca, con diferentes circunstancias en la espalda y en la mochila, recorren millones de personas de los –ahora sí y gracias a Beth- cinco continentes.
Después de estas hojas, espero que nos busquemos a nosotr@s mism@s, al grito de ¡NWA MI! Por si te atreves a recorrer-te, solo puedo decir desde aquí, ¡BUEN CAMINO!
Rosa Peñasco (www.rosapeñasco.com). Sígueme en Instabram: @rosa.palabrarista